LLegué a Addis Abeba en plena época Navideña, los centros comerciales y supermercados de la calle Bole estaban completamente iluminados y en sus puertas tocaban la campana unos Papá Noel del país, eso me hizo mucha gracia, no se por qué, pero no pensaba encontrar cosas de este tipo allí, pero así era.
En la casa nos esperaban el personal de noche, Etetu, la enfermera, una mujer muy cariñosa y responsable, con la que acabé teniendo una relación de amistad entrañable a pesar de que ella no hablaba una palabra de Inglés y yo tardé un poquito en poder comunicarme en Amárico con ella. Beyonech y Yewbdar, niñeras y Feben, una jovencita huerfana que vive en la casa. Los niños dormían en aquel momento, pero no pudimos resistirnos a entrar en los cuartos y contemplarles, aquellos angelitos dormidos iban a ser lo mas importante para mi en los meses sucesivos.
Me faltaba por mencionar a una persona que fue mi predecesora en la casa, Sandra, la dulce Sandra, buena, generosa, abnegada, creo que todo lo que diga de ella es poco, la conocía todo el mundo en Addis, taxistas, comerciantes, dueños de restaurantes, vecinos, allí donde iba me preguntaban por Sandra y, sobre todo, los niños y el personal de la casa la adoraban. Ahora ella está en Mozambique trabajando para la AECI y seguro que estará realizando una tarea magnífica.
El día de Reyes celebramos una estupenda fiesta con regalos para niños y mayores y todos disfrutamos mucho. A mi me habían regalado un traje tradicional y las chicas me colocaron el pañuelo en la cabeza, el caso es que me sentía muy a gusto con el.
Entre los niños y yo pronto empezo a crecer un afecto mutuo que, al menos por mi parte, se mantendrá mientras viva.
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